Comienza un nuevo curso. Y, con él, la sección práctica de la serie Fotografía para todos. En ella intentaré dar unas pocas guías generales para resolver ciertos tipos de escenas, asentadas en la teoría que vimos en artículos anteriores.
En este primer artículo, voy a empezar por algo sencillo: los paisajes. Seguro que ya habéis sacado unos cuantos. Pero, como sucede a menudo en fotografía, no es suficiente con tener una escena bonita; también hay que tener cierta técnica.
Lo primero a tener en cuenta es el horizonte. Debe estar perfectamente horizontal. Si en nuestra imagen no se ve el horizonte (estamos fotografiando, por ejemplo, la ladera de una montaña, o un paisaje urbano), siempre hay elementos horizontales (una acera, un camino en la lejanía...) que nos pueden ayudar a que la fotografía no quede torcida. Y si no hay horizontales, podemos guiarnos por los verticales (farolas, cipreses...), siempre que queden cerca del centro de la imagen.
Una vez que tenemos el horizonte bien orientado, debemos decidir su posición dentro de la foto. Las fotos que tienen el horizonte en el centro son, por lo general, aburridas. Aquí es de aplicación la llamada regla de los tercios. Ya hablaré de ella con más calma en otro artículo. Pero por ahora, bastará con lo siguiente. Consiste en imaginar dos líneas horizontales que dividan la imagen en tres partes iguales, y colocar el horizonte en una de esas líneas. Esto nos obligará, también, a tomar una decisión: ¿es más importante el cielo o la tierra? Según sea nuestra respuesta, colocaremos el horizonte en la línea superior o en la inferior.
Aquí podéis ver dos paisajes otoñales, tomados la misma tarde. En el primero de ellos, el protagonista es el cielo, por lo que he situado el horizonte en la mitad inferior de la fotografía. Sin embargo, en el segundo, lo he desplazado a la parte superior para darle más importancia a los campos:
Por último, un par de consejos que, con seguridad, os ayudarán a mejorar vuestros paisajes. El primero es procurar que haya algún elemento en primer plano o algo que llame la atención o rompa la monotonía. Un paisaje de montañas nevadas puede ser bonito, pero si encuadramos de forma que ese refugio de piedra quede en primer plano, ganará mucho. El segundo es buscar escenas con cierta variedad cromática. Podéis observar ambas reglas en la siguiente imagen. La encina atrae la atención y rompe la monotonía, mientras que los colores del cielo y de la tierra presentan un contraste llamativo:
Una vez tengáis decidida la composición, bastará con calcular la exposición, enfocar y disparar. ¡Mucha suerte con vuestras creaciones!
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