miércoles, 20 de agosto de 2014

Adiós, Amazon. Adiós.

Como podéis imaginaros, no soy un novato comprando en Internet. Tengo cuenta en al menos media docena de sitios de primera línea, y llevo ya la friolera de 13 años en eBay y PayPal (¡cuando creé mi cuenta ni siquiera tenían filial europea!). Y hasta hace un mes, por supuesto, tenía también cuenta en Amazon.

Tenía. He solicitado su cierre porque no tengo intención de volver a comprar allí.

Todo ha sucedido a raíz de una compra hecha hace dos meses. No es importante el artículo, pero sí cómo se desarrolló la operación. El vendedor tardó en enviar el artículo más de una semana tras el pago, y por ello le puse una calificación neutral. Me pidió varias veces que se la retirara, pero yo hice caso omiso: creo que es mi derecho (y obligación) dejar una calificación fidedigna. Y él, al ver que no conseguía convencerme, denunció mi calificación por “contener datos personales” (algo rotundamente falso), y logró que Amazon la retirase.

El asunto me pareció grave, y abrí una reclamación. El operador telefónico de Amazon, con una amabilidad exquisita, reconoció que tenía razón, y prometió que intentaría restituir mi calificación. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me fue comunicado que la calificación se había eliminado por completo, y que podía volver a dejarla.

Llegados a este punto, tenía serias dudas de que el vendedor no me volviera a tirar abajo una calificación similar. Y, por supuesto, tenía motivos para dudar de las calificaciones de los demás vendedores, visto lo fácil que es para un vendedor quitarse de encima las calificaciones incómodas.

En un sitio de comercio electrónico, las calificaciones son vitales: si no puedes confiar en la reputación de un vendedor, no puedes comprar. Lo único lógico fue, por tanto, cancelar mi cuenta en Amazon.

eBay tiene un sistema de calificaciones bastante robusto, DealExtreme es de fiar (llevo gastados cientos de Euros y aún no ha habido una sola reclamación que no hayan resuelto satisfactoriamente) y AliExpress es un charco de ranas, sí, pero con precios extremadamente bajos con los que merece la pena arriesgarse. Amazon no es fiable, su atención al cliente es educadísima pero completamente inútil (no hablo sólo de este incidente), y, debido a las draconianas cuotas que les cobran a los vendedores, cada vez es más caro. No hay razón para que siga usando sus servicios.

Adiós, Amazon. Adiós.

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