Al final, parece que la amenaza de Conficker no fue tal. No se han notado ni la ralentización de Internet, ni el aumento de spam. La razón parece ser que, con multitud de entidades públicas y privadas (como Microsoft o la agencia de segurdad del gobierno de los Estados Unidos) trabajando para bloquear el gusano y seguirle la pista a quién le proporcione las órdenes, su dueño probablemente se haya echado atrás para evitar ser encontrado. En todo caso, teorías aparte, es una buena noticia.
Pero no por eso debemos bajar la guardia. La seguridad informática no es algo que se consiga instalando un antivirus. Es, como dirían en una película de artes marciales, un estilo de vida. Ahora que ando más sobrado de tiempo, tengo que retomar mi serie Seguridad para todos.
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