A lo largo de la última semana ha aparecido información jugosa sobre cómo ha dirigido Microsoft el desarrollo de la interfaz de usuario de Windows 7, lo que en la terminología de la compañía de Redmond suele denominarse la "experiencia de usuario". Esta información permite completar los huecos y conocer con cierto nivel de detalle cuál es la historia de Windows 7.
El desarrollo de Windows Vista se le fue de las manos a Microsoft, eso no es ningún secreto. Mientras la compañía es a menudo criticada por tardar tres años en sacar una nueva versión de Windows, Vista estuvo en el horno más de cinco. Y encima salió medio crudo. En contraste, durante la última década, el equipo de Office ha venido lanzando una nueva versión de la suite cada uno o dos años. Y, de hecho, Office 2007 estaba terminado mucho antes de publicarse, pero tuvo que ser retrasado para hacerlo coincidir con Windows Vista.
La solución a tanto descontrol era clara: encargarle la próxima versión de Windows al equipo de Office. Y eso fue lo que hizo Microsoft. A principios de 2.007, Steven Sinofsky, anteriormente encargado de dirigir el desarrollo de Office, fue nombrado vicepresidente de la división de Windows y Windows Live. Con él pasaron a Windows gran cantidad de las prácticas y el saber hacer que habían ayudado al éxito de Office.
Lo primero que hizo Sinofsky fue correr las cortinas. Longhorn, más tarde llamado Vista, había sido un modelo de apertura en Microsoft. Desde poco después del lanzamiento de Windows XP hubo un continuo goteo de pantallazos e información. Esto hizo que se hablara mucho de Longhorn, pero también hizo que se crearan grandes espectativas, y que se dieran a conocer características (como WinFS) que luego no verían la luz. El apagón informativo se empezó a notar a mediados de 2007, cuando siempre que alguien preguntaba a un representante de Microsoft sobre la siguiente versión de Windows, la respuesta era, invariablemente, "Sí, está en desarrollo; No, a estas alturas no sabemos nada más".
Pero sí lo sabían. Otro de los cambios fue el dedicar más tiempo a analizar las necesidades del usuario, y así, poder (re)diseñar las funciones del sistema operativo en función de ellas. Sinofsky se trajo consigo a Julie Larson-Green, responsable del diseño de la revolucionaria cinta de Office 2007. La situó en un nuevo puesto denominado "Jefe de Experiencia de Usuario", y la hizo responsable de guiar el proceso de diseño de la interfaz de usuario. Julie Larson-Green coordinó los esfuerzos de los diferentes equipos de desarrollo, haciendo más coherentes y uniformes sus interfaces. Un ejemplo claro es la creación de la función de grupos domésticos. Hasta Windows Vista, las carpetas se compartían de una forma, las colecciones de medios de otra, y las impresoras de otra más. Y era complicado el proteger o compartir elementos para que un amigo conectado puntualmente a nuestra red viera sólo lo adecuado. El equipo de Larson-Green vio las dificultades que este modelo planteaba a los usuarios domésticos, y diseñó una herramienta universal que englobase de forma simple toda la funcionalidad de red local necesaria en una red doméstica.
Entre las nuevas políticas de Sinofsky estaban las de prometer poco pero cumplirlo con creces (en contraste con Windows Vista, que vio recortadas varias de sus características más novedosas) y fijar un plazo viable (y cumplirlo). Hasta ahora, parece que van dando buen resultado. La beta pública ha sido presentada en el marco de tiempo anunciado meses antes, y tiene una calidad excelente. Por otra parte, Microsoft no ha hecho grandes anuncios sobre Windows 7, lo que ha permitido que las novedades que hemos ido viendo poco a poco hayan resultado más llamativas que las proezas de Windows Vista. Y esto también ha permitido al equipo tomarse su tiempo, y pulir Windows 7 hasta alcanzar el nivel de calidad adecuado.
Ahora, con la RC a la vuelta de la esquina (está anunciada para el 5 de mayo) y el equipo de Julie Larson-Green comenzando a trabajar en Windows 8, se dice que Windows 7 puede salir al mercado antes de finales de año. Algo que, en 2.007, nadie hubiera creído (no yo, desde luego), pero que, visto lo visto, tiene toda la pinta de cumplirse. En todo caso, el tiempo dirá.
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