En sus tiempos, cuando la "gerra de los navegadores", yo era usuario de Netscape. Recuerdo usar Netscape 4, probar Netscape 6 cuando salió, y volverme a la versión 4 por su falta de estabilidad (vamos, que daba errores y se cerraba cada dos por tres). ¡Qué tiempos aquellos! Luego surgió la suite Mozilla, descendiente directa de Netscape pero mucho más estable... Y de ahí, Firefox, igual de estable y potente, pero mucho más ligero.
Ni que decir tiene que me pasé a Firefox casi en el momento en que salió la versión 1.0. Al principio lo hice porque es, como ya he dicho, descendiente de Netscape (e Internet Explorer en aquella época tenía más agujeros de seguridad que un colador). Pero luego, poco a poco, me fui acostumbrando a las extensiones. Sé que hay otros navegadores decentes por ahí (Google Chrome, Opera, Safari, e incluso el propio Explorer 7 es bastante decente). Pero ninguno de ellos soporta la cantidad de extensiones de Firefox. Y es que me encanta poder coger un navegador liviano y adecuarlo a mis necesidades añadiéndole funcionalidad.
Pero todo tiene sus inconvenientes. El caso es que, cuando me actualicé a Firefox 3 hace un par de meses, empecé a tener problemas de velocidad al mostrar algunas páginas de Flickr o desplegar el menú de grupos. El navegador se quedaba "congelado" medio minuto o así, y, mientras tanto, consumía memoria, a una velocidad de decenas de megabytes por segundo. No voy a aburriros con todo el proceso. Sólo os diré que, al final, el culpable era una extensión llamada DownloadHelper, útil para descargar vídeos en formato FLV desde sitios como YouTube, entre otras cosas. La he desinstalado, y Firefox ha vuelto a funcionar normalmente.
Moraleja: Firefox es un navegador relativamente liviano (sobre todo la versión 3), pero una extensión mal escrita puede tirarlo abajo. Puede bloquearlo, hacer que dé errores, o hacer que consuma mucha memoria. O una combinación de los tres.
¿Qué hacer si sospecháis que una extensión está causando problemas? Muy sencillo: desactivad todas las extensiones y ved si el problema persiste. Si se soluciona, evidentemente, la culpa la tiene una extensión. Para localizarla, idlas activando una a una. Cuando el problema vuelva a aparecer, la última extensión activada será la culpable. Recordad reiniciar Firefox cada vez que activéis o desactivéis una extensión para que los cambios tengan efecto.
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