Desde que Apple anunció el iPhone en enero de 2007, quedó claro que era uno de esos productos que iban a marcar un antes y un después. Y es que introduce un enfoque nuevo y diferente de interfaz de usuario, donde los intimidantes teclados dejan paso a una pantalla táctil en la que el usuario manipula con total naturalidad objetos casi reales. Por ejemplo, para bajar en una lista basta con deslizar el dedo de abajo a arriba de la pantalla, y para agrandar o girar una foto, basta con cogerla entre el índice y el pulgar, y separar los dedos o girar la mano. Unos gestos que todos podemos aprender. Que, de hecho, todos sabemos ya, incluso antes de comprar un iPhone.
Esto ha hecho que, pese a sus fallos (muchos de ellos corregidos en las versiones 2.0 y 2.1, todo sea dicho), a su elevado precio, y a los draconianos contratos de permanencia a los que fuerzan los operadores de telefonía que lo comercializan, se haya convertido en un éxito de ventas instantáneo. Naturalmente, la respuesta de otras marcas no se ha hecho esperar.
Ya en el verano de 2007 (apenas dos meses después del lanzamiento del iPhone original), la taiwanesa HTC lanzó el HTC Touch, un teléfono basado en Windows Mobile y con sólo dos botones y un joystick de navegación. En las últimas semanas, como dirían Les Luthiers, los acontecimientos se precipitan. La propuesta de Google, la plataforma Android (un sistema abierto basado en el núcleo de Linux y una pila de software diseñada partiendo de cero) se ha materializado en el HTC G1. Por su parte, Nokia y Blackberry se han lanzado también a la caza de clientes (Blackberry, además, presentando por vez primera un dispositivo sin el teclado que se había convertido en la seña de identidad de la marca).
Todos estos competidores del iPhone tienen varias características en común: tienen una pantalla táctil de al menos 3" que cubre todo el frontal del teléfono, carecen de teclado, implementan un tema gráfico de estilo "cristal tintado" y con brillos y transparencias, e incluso, en algunos casos, presentan lanzaderas de aplicaciones con iconos organizados en cuatro columnas que pueden ser confundidas con el menú del producto de Apple.
Sin embargo, en mi opinión, dejan de lado algo fundamental. El iPhone no es sólo un teléfono con pantalla táctil y gráficos bonitos. Su pantalla permite registrar la posición de dos o más dedos al mismo tiempo, lo que permite implementar la interfaz de la que hablaba al principio (denominada, en términos técnicos, "multi-touch", o sea, "multi-toque"). Y esto es lo que lo diferencia del resto de sus competidores, que todavía implementan una pantalla táctil tradicional, y una interfaz de usuario similar a la ya existente en PDAs y otros dispositivos móviles. Comparar a estos teléfonos con un iPhone es como -si me lo permitís- coger un Peugeot 306, pintarlo de rojo y ponerle alerones y tubos de escape cromados, y decir que es un competidor del Porsche Carrera.
¿Cuál es el futuro? Los fabricantes "tradicionales" de teléfonos han tardado más de un año en preparar una respuesta, y se han quedado cortos. A la larga, conseguirán ponerse al día, pero no creo que vayan a hacer otra cosa que mantener más o menos su porción de mercado. En mi opinión, la plataforma con más posibilidades de hacerle la vida difícil a Apple es Android. En sus demostraciones tempranas se podían ver interfaces multi-touch, y el que la plataforma sea completamente abierta es interesante. Este último factor puede dar al traste con la estrategia de ecosistema cerrado de Apple. En cualquier caso, ya lo veremos.
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