lunes, 5 de enero de 2009

Entretenimiento digital: toda la música de la historia

En el anterior artículo, veíamos cómo la cantidad de material disponible en una tienda de discos, un videoclub o una librería tradicional era limitada. Las leyes del mercado obligan a ofrecer sólo el material rentable, y, por tanto, aquellos discos, películas o libros cuyas ventas no sirven para "pagar el alquiler" del espacio que ocupan en las estanterías, no pueden estar disponibles.

Pero ahora estamos en el siglo XXI, e Internet está al alcance de casi todo el mundo.

Las reglas del juego han cambiado. Ahora, si montamos una tienda de música por online, el coste de ofrecer a la venta un álbum es el de los 60 Mb de espacio en disco que ocupa. Al precio que está el almacenamiento, no es mucho. Y lo mejor es que ese coste sólo hay que pagarlo una vez. En la práctica, es como si tuviéramos una tienda de discos infinitamente grande: podemos ofrecer en un único sitio toda la música grabada en la historia. Aunque muchos de los álbumes ofrecidos no vayan a vender ni siquiera una copia al año. ¿Qué importa? Realmente no está costando casi nada ofrecerlos, y con sólo una venta se recuperarán con creces los costes.

Sin embargo, la música que oimos en la radio y en la televisión es la única que conocemos. Y eso condena al desconocimiento más absoluto al 99% de nuestro catálogo, ¿cierto? Pero Internet aquí también tiene otra respuesta. Amazon, pionera en el mercado de la venta de libros por Internet, impementó hace ya diez años un sistema de sugerencias por el cual se informaba a los usuarios de otros libros que podían ser de su interés. Si nuestra tienda de discos virtual implementa este sistema de sugerencias, saltando de artista en artista, puedo partir del último trabajo de La Oreja de Van Gogh, y acabar conociendo la obra de un grupo de rock progresivo de los años 70 del que nadie en mi entorno había oído hablar antes.

La consecuencia es que no sólo hay muchas más obras al alcance del consumidor. También pueden ser conocidas por éste de una forma más fácil.

Sin embargo, es normal que la industria discográfica tradicional esté nerviosa ante este modelo. Durante años, las discográficas han "fabricado" grandes estrellas, vendedoras de superéxitos. Sin embargo, el dinero del consumidor es limitado. Por eso, cuanto más gaste en el extremo de la cola, menos grandes éxitos va a comprar. Si a esto le sumamos que Internet permite a los artistas vender (o incluso regalar) su música directamente a sus fans, saltándose los canales de distribución tradicionales, estamos ante un vuelco de primer orden. Y no sólo va a ocurrir con la música. Los servicios de impresión bajo demanda, como Lulu.com o Blurb y los sitios dedicados al alquiler de películas online (que a menudo ofrecen una excelente plataforma para realizadores independientes) están cambiando los otros medios también.

Está claro que nos estamos moviendo. Y está claro en qué dirección vamos. Pero, ¿hasta dónde llegaremos? Sólo el tiempo lo dirá.

No hay comentarios: