Admitámoslo. Nos encantan las cifras. A falta de otro parámetro, medimos lo bueno que es algo con números. "Tal coche tiene 200 caballos", decimos. También "Esa cámara tiene 10 megapíxeles". Y, por supuesto, "mi ordenador es de 3 Gigahertzios". Y lo decimos como si fuera muchísimo mejor que uno de 2 Gigahertzios. Cuando lo cierto es que no tiene nada que ver: el ordenador de nuestro primo, de 2 Gigahertzios pero bien configurado y ajustado, puede darle cien vueltas.
La cuestión está en que la mayor parte que estamos esperando a que el ordenador haga algo, quien está trabajando no es el procesador, sino el disco duro. Cuando abrimos un programa o un documento, hay que cargar los datos desde el disco duro. Cuando tenemos varios programas abiertos y se nos acaba la memoria RAM, el ordenador empieza a usar parte del disco duro como reemplazo. Y los discos duros más rápidos de hoy en día son como 10.000 veces más lentos que la memoria RAM.
Para hacer que nuestro ordenador vaya más rápido, basta con procurar que el disco duro se use lo menos posible, y que sea rápido. A lo primero ayuda el tener una buena cantidad de memoria RAM, suficiente para que quepan todos los programas que usamos habitualmente, y quede suficiente espacio para que el sistema operativo "respire". En Windows, esto lo podemos ver abriendo el Administrador de tareas. En la pestaña Rendimiento tenemos un apartado llamado "Carga de transacciones".
Para hacer que el disco duro sea rápido, hay que comprar un modelo que tenga un rendimiento adecuado. Por regla general, cuanto más grande es un disco duro, más rápido es también. Nos puede ayudar a elegirlo el tiempo de acceso medio, y la velocidad de giro (medida en revoluciones por minuto, o RPM): cuanto más bajo sea el tiempo de acceso, o más alta la velocidad de giro, más rápido será el disco duro. A menos que necesitemos transferir grandes cantidades de información, el tipo de interfaz (IDE o SATA) no afectará de forma importante al rendimiento.
Y aquí viene una bomba: desfragmentar el disco duro regularmente, al contrario de lo que se cree, reduce el rendimiento del ordenador. La razón es sencilla: cuando instalamos un programa, los diferentes archivos del mismo programa se almacenan unos junto a otros. Pero al desfragmentar, se van desplazando y repartiendo los archivos por todo el disco duro, con lo que acceder a ellos se hace más lento porque la cabeza tiene que moverse más para "cazarlos". En mi opinión, la desfragmentación, si se hace, debe ser planificada con cuidado, y ser efectuada usando un programa adecuado. Si se hace de cualquier forma, puede causar más mal que bien.
Ahora que hemos visto qué hace lento (o rápido) un ordenador, en los dos siguientes artículos veremos cómo ampliar el ordenador y cambiar su configuración para mejorar su rendimiento sin que nos quede el bolsillo vacío.
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