No, no voy a hablar de preservativos. Voy a hablar de un navegador web. Más concretamente, Internet Explorer 6.
Esta semana está aflorando una campaña para convencer a los usuarios que aún emplean Internet Explorer 6 de que se actualicen a la versión 7 o cambien a otro navegador. Parece que nadie la está organizando, ni falta que hace. Los dolores de cabeza que les da Internet Explorer 6 a los responsables de seguridad y a los desarrolladores web es razón más que suficiente para que comiencen una cruzada contra el antriquérrimo navegador.
Explorer 6 es todavía usado por, aproximadamente, una cuarta parte de los navegantes españoles. Esto no sorprende, ya que es el navegador que viene de serie con el sistema operativo más extendido en la actualidad, Windows XP. El problema es que su lanzamiento data de 2.001, hace casi ocho años (que en materia tecnológica es una eternidad), y ya entonces era poco respetuoso con los estándares. Quién haya intentado hacer una página web basada en hojas de estilo que se vea igual en Explorer 6 que en el resto de los navegadores modernos, sabrá exactamente de qué hablo. Al final, acabas teniendo que introducir decenas de "parches" para que IE 6 interprete correctamente la hoja de estilos, algunos de los cuales, a su vez, afectan a Firefox o Safari. Una pesadilla.
En la práctica, que se siga usando Explorer 6 hace que los desarrolladores web no empleen características más avanzadas, e incluso no aprovechen a fondo navegadores más modernos. No es exagerado decir que Explorer 6 está haciendo mucho más pobre la web.
Por ello, si estás leyendo este blog en ese navegador, hazte un favor, y quítatelo. Te recomiendo que te pases a Firefox 3, más seguro y funcional, pero cualquiera de las otras alternativas (Internet Explorer 7, Safari, Google Chrome, incluso Opera) es válida. Y si tu amigo aún lo usa, quítaselo.
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